Casarse con la música es como casarse con alguien. Aprender a mimarla en lo bueno y en lo malo. En la salud y la enfermedad. Y sobre todo, hasta que la muerte nos separe...
No he podido evitar poner una foto de "La novia cadáver" de Tim Burton.
Al principio, como en los romances y el enamoramiento, hay mucha pasión... Pasión que se va normalizando a medida que vas descubriendo en el otro, los pequeños fallos y se va desarrollando una convivencia día a día. Nunca es "oro todo lo que reluce". Siempre hay miedos, tropiezos y mucho curro para consolidar cualquier relación. Si lo bueno pesa más en la balanza, seguiréis juntos. Si pesa más lo malo, el divorcio llegará tarde o temprano.
Luego llega la fase de consolidación, con sus subidas y bajadas. Con sus peleas e infidelidades a otros géneros y públicos. Una vez resuelta la negociación, encontrarás una compañera de vida a través de la cual te comunicarás y compartirás tus afectos y confidencias.
Los tres vértices del triángulo equilatero en esta relación Artista-Música, serían:
RESPETO. Respeto hacia lo que eres y quieres transmitir. Respeto hacia uno mismo, hacia todos los compañeros y estilos musicales.
El respeto lleva al AMOR. Amor a tu proyecto, a tu genuinidad, a lo que tú tienes distinto de otros, a la comunidad que te rodea. A todos los compañeros que luchan como tú por llegar a la meta, en esta carrera de fondo.
Y por último el TRABAJO. Para construir una relación estable y exitosa en el tiempo, hace falta mucho trabajo. Igual que con tu pareja o amigos. Un trabajo sostenido y cocinado a fuego lento, como la "cocina de las mamis". Esto de "si en un año no lo consigo, me retiro", no tiene sentido... No pierdas tu tiempo. Para ligar, folletear o ser famoso, se me ocurren métodos mucho más sencillos que una carrera artística. Ser artista es algo que se lleva muy dentro. Y como digo en "Auténtico"... "tarde o temprano la energía se va contagiando"...
Que la fuerza os acompañe en este camino de CREAR, CRECER Y CREER...
